Nuestro adelanto depende de nosotros, porque el hombre que se encuentra en pleno goce de sus facultades tiene, en relación con todas las cosas, la libertad de hacer o de dejar de hacer.
Para practicar el bien sólo le hace falta la voluntad.
ORACIÓN.
¡Oh, Dios mío! Tú me diste la inteligencia necesaria para distinguir el bien del mal. Así pues, desde el
momento en que reconozco que algo es malo, soy culpable si no
realizo el esfuerzo para rechazarlo.
Presérvame del orgullo que me impediría percibir mis defectos, y de los Espíritus malos que podrían incitarme a perseverar
en ellos.
Entre mis imperfecciones, reconozco que soy particularmente propenso a...; y si no resisto a esa inclinación es porque he
contraído el hábito de ceder a ella.
No me has creado culpable, porque eres justo, sino con igual
aptitud tanto para el bien como para el mal. Si he seguido el camino del mal es por efecto de mi libre albedrío.
No obstante, como
he tenido la libertad de hacer mal, tengo también la de hacer bien
y, por consiguiente, de cambiar el rumbo.
Mis defectos actuales son un resto de las imperfecciones que
he conservado de mis precedentes existencias; son mi pecado original, del que puedo despojarme por obra de mi voluntad, con la
asistencia de los Espíritus buenos.
Espíritus buenos que me protegéis, y sobre todo tú, mi ángel
de la guarda, dadme fuerza para que resista a las malas sugestiones
y pueda salir victorioso de la lucha.
Los defectos son las barreras que nos separan de Dios, y cada
defecto vencido es un paso hacia adelante en el camino del progreso que habrá de acercarme a Él.
El Señor, en su infinita misericordia, ha tenido a bien concederme la existencia actual para que ella contribuya a mi adelanto.
Espíritus buenos, ayudadme a aprovecharla, a fin de que no sea
una existencia perdida para mí, y para que, cuando el Señor decida
quitármela, me retire mejor que cuando ingresé en ella.
COLECCIN DE ORACIONES ESPÍRITAS Allan Kardec
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